miércoles, 21 de enero de 2009


Los ecologistas promueven una idea pueril de la naturaleza
JORGE ORDUNA


"La proyección de valores humanos sobre el mundo natural ha sido objeto de multitud de trabajos.
Le debemos a un siglo de dibujos animados una cultura de antropormorfización de la naturaleza. Y sus efectos son difíciles de evaluar, pues aunque ha logrado sensibilizar a las masas ante el mundo natural, ha inducido también a proyectar en él valores, factores psicológicos, cualidades morales, vicios y virtudes que son específicamente humanos; que si nos alegran y divierten como entretenimientos, son en cambio nefastos como bases para encarar una visión objetiva del mundo. El más hermoso árbol del orbe no es más "bueno" que la rastrera planta que digiere insectos. La hiena no es más "mala" que la ballena (para más referencias, consultar al diminuto plancton, a la sardina... o a Jonás). La naturaleza no altera su conducta por factores como el bien o el mal. El hombre sí. El mismo árbol que parece acariciarnos voluntariamente con su sombra levantará con sus raíces los cimientos de nuestra casa destruyendo el trabajo de toda una vida, si la necesidad así se lo impone. Bacterias, que convertirían en veneno nuestros alimentos, sirven para curar enfermedades.
Observar la naturaleza objetivamente, con sus magnificencia y su pequeñez, su generosa multiplicación y la aparente crueldad de su ceguera, no es tarea que podamos encargar a Walt Disney. Para el campesino siberiano que tiene que reparar su casa y alimentar la estufa esta noche, sobrevalorar la vida de un árbol puede significar un menosprecio por el sufrimiento de sus hijos. Claro, esto nos parece sencillo de resolver porque la relación entre hombre y naturaleza, en el ejemplo, es directo. ¿Lo talo o no lo talo? Si lo talo siego una vida vegetal, grave asunto si los hay. Si no, los niños pasarán frío esta noche. La conclusión aquí es fácil: debemos evitar la destrucción innecesaria del medio en que vivimos. Sin embargo, la complejidad del desarrollo social contemporáneo hace que el hombre, en particular el urbano, pierda de vista el camino que conduce de su consumo -alimentario, habitacional, educacional- a la naturaleza. Olvidando de qué están hechos sus zapatos, su lápiz y su teléfono celular, con facilidad considera toda destrucción innecesaria. Puesto que el conocimiento de la multitud de relaciones que unen nuestro consumo al mundo natural y a la vida de nuestros semejantes es cosa de muchos especialistas, nadie debiera culparlo por ello. Pero tampoco debiera nadie manipular su ignorancia.
Convenientemente ambientadas y musicalizadas, poemas en off de por medio, las escenas que muestran el corte de un árbol, o la muerte de un animal, harán llorar a cualquier persona sensible. Es más difícil explicarle que si el árbol no se corta y el animal no se mata, mañana se quedará sin empleo. Y esto, sin que su oficio sea el de leñador o el de matarife. No solo los periodistas gráficos o los maestros tiene un lugar en la sociedad ligado a la producción de papel, sino que el estudiante de electrónica dependerá de la minería y el chef, del desarrollo pesquero. Nuestro nivel de vida, que no es sólo el consumo improductivo, sino también nuestro nivel cultural, artístico, científico, nuestro nivel de civilización, dependen de la agricultura, la minería, la industria de la pesca... y muchos otros sectores del desarrollo que una visión sentimental y romántica del mundo natural puede atacar con facilidad explotando los mismos elementos que -todos lo sabemos- se emplean para vendernos talco para bebés.
Como las estrellas del espectáculo y los medios, los animales están "posicionados", en la percepción colectiva, de diferentes maneras. Si de imagen se trata, no es lo mismo un delfín que un tiburón, una cucaracha que un león. Para los chicos, entre el oso panda y el cocodrilo, optar no es difícil, y las ecologistas que coloquen a la hiena en su logo verán pronto amenazada la recaudación. Así de elementales parecen ser los móviles que llevan a centenares de estrellas del espectáculo a prestar gustosos sus talentos junto a los defensores de focas y ballenas, mezquinándolos cuando quien se los solicita es una asociación que lucha contra el Mal de Chagas."
Pelear a los verdes
Orduna ya tiene antecedentes en su lucha contra las ONG`s ambientalistas. Hace cuatro años publicó Las mentiras de la ayuda, donde ya denunciaba a estas organizaciones como "instrumentos de dominación manejados por los países del Norte".
La cuestión. ¿Cuál es el peligro de una defensa cerrada a cualquier intervención del hombre en el medio ambiente?
La respuesta / Ecofascismo
Desde la provincia argentina de Mendoza, el periodista y escritor Jorge Orduna dispara con munición gruesa contra organizaciones supuestamente no gubernamentales, estrellas con conciencia ecológica y terratenientes con imagen de benefactores de la naturaleza. En este libro (editado por Martinez Roca y distribuido por Planeta), Orduna expone, apoyado en una multitud de ejemplos y datos, a un movimiento que él define como anti humanista y tras el cual se esconden poderosos intereses económicos que con su accionar impiden el desarrollo y la evolución económica de los países más postergados.


"El País", sábado 23.08.2008 Montevideo, Uruguay
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